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miércoles, 20 de agosto de 2014

DON ALEJANDRO PEÑA ESCLUSA


... había en efecto de morir enfermo y desengañado por el pago recibido a sus trabajos; salario fijo que nuestra tierra de caínes, madrastra más que madre, siempre bajuna y miserable, depara a cuantos la aman y bien sirven: el olvido, la ponzoña engendrada por la envidia, la ingratitud y la deshonra. Y para mayor y  particular sarcasmo, había de morirse el pobre Don Ambrosio Spínola.
Sol de Breda -Arturo Pérez Reverte

DON ALEJANDRO PEÑA ESCLUSA


Por Eduardo Romano

Me encontraba leyendo una obra de mi autor favorito Don Arturo Pérez Reverte, una de esas plumas que recuerdan que en lo más profundo de esta sociedad  traidora y mentirosa aún quedan tenues luces de honor que permanecen gracias a algunos hombres valientes,  no pude pasar por alto un capitulo en el que se retratan los motines de los soldados Españoles en el territorio flamenco durante la campaña emprendida por Felipe IV, en este resaltaba el nombre de un viejo soldado Genovés comandante del Tercio de Cartagena, un hombre valiente, esforzado y olvidado por un gobierno que después de exigir el más cruento sacrifico a sus valientes solía olvidarlos a su suerte.

Don Ambrosio Spínola
Algunos pensarán que la historia de este hombre pasa por alto en el tiempo, ya que al igual que Don Juan de Austria vencedor en Lepanto y Alejandro Farnesio el genio que sitio Amberes, murió en la miseria, la enfermedad y el olvido, sin embargo, su recuerdo permanece incólume por el peso de sus grandes actos.

No es raro que los gobiernos olviden a los hombres ilustres, lo que es realmente extraño en la historia es que los Señores soldados olviden un buen comandante,  pues son las memorias de los humildes hombres las que inmortalizan los grandes sacrificios del valiente.

Mientras pensaba esto, no pude evitar sentir una fuerte punzada en el pecho donde habita la honra de los hombres, pues recordé aquel hombre virtuoso olvidado por quienes le hacían la rúa cuando visitaba nuestro país, Don Alejandro Peña Esclusa, “un defensor de los derechos humanos y un adalid internacional de la lucha en contra del terrorismo”.  Un valiente venezolano que decidió enfrentarse a todo un estado para oponerse a Hugo Chávez Frías quien de forma canalla no tuvo reparo alguno en sembrar pruebas falsas para deshacerse de quien en su momento fuera la voz de la resistencia venezolana en todo hispano América.

Don Alejandro Peña Esclusa

Recuerdo bien el paso de Don Alejandro Peña Esclusa por nuestro país, no había reunión social del anticomunismo de salón a la que no fuera invitado, no había charla formal e informal donde no se le hicieran homenajes y se le ofrecieran dulces palabras,  cuántos libros dedicados con frases de afecto a colombianos ilustres, quedaron arrumados en las esquinas después de que la desgracia golpeara el hogar de Don Alejandro, nadie quería ser vinculado a su nombre, miles de amistades se esfumaron a la par de la admiración que alguna vez hacia este profesaron.

“Porque mientras Spínola cosechaba victorias para un Rey ingrato como todos los reyes que en el mundo han sido, otros segaban la hierba bajo sus pies en la Corte (1)

Qué gran Hombre Don Alejandro a quien se le pidió incansablemente que no regresara a Venezuela,  pero él como Enrique V en Agincourt  solo buscaba un día más para batirse por aquello que retratara  en su libro  “Arte Clásico y Buen Gobierno(2), una sociedad orientada a la virtud y los valores de la antigua caballería.

Cuanto debemos aprender de este hombre, de sus libros, de la historia antigua, la lealtad, aquella virtud ajena ya al sentir nacional que se  ha convertido en una etiqueta para exigir pero nunca en un ideal para morir, basta que el cielo se oscurezca y el sol de Breda que no da luz ni calor aparezca para que amigos y compañeros de lucha sean olvidados negados y señalados.

Dolor deberíamos sentir por olvidar al valiente e indignación por los que se benefician del sacrificio del soldado y comercian los ideales por simples puestos burocráticos, fama ocasional o monedas de Judas Iscariote.

Es hora de retomar la palabra LEALTAD y honrar su verdadero significado.

Don Alejandro Peña Esclusa, golpeado por la cárcel, la enfermedad y el olvido,  quiero decirle que algunos no olvidamos a Ambrosio Spínola un soldado de la historia, pero tampoco a usted, porque las leyendas de honor aun se mantiene en las memorias de los humildes señores soldados, a quienes la vergüenza les impide olvidar la honra de los valientes.


(1) El sol de Breda, Alfaguara, Madrid, 1998                            
(2)http://fuerzasolidaria.org/wp-content/uploads/2008/02/ArteClasicoYBuenGobierno.p





miércoles, 21 de mayo de 2014

EL HONOR UNA ESPECIE EN VIA DE EXTINCIÓN


Por Eduardo Romano


“Mi linaje empieza en mí,
Porque son mejores hombres
Los que su linaje hacen,
Que aquellos que los deshacen
Adquiriendo viles nombres.”
Juan de Matos Fragoso


En días anteriores me encontraba esperando a un colega en un cafetín pequeño, ubicado cerca de una escuela pública de la ciudad,  mientras ojeaba un excelente ejemplar de novela histórica del autor  Arturo Pérez Reverte tuve la oportunidad de escuchar una pintoresca conversación entre dos adolescentes mientras compartían fraternalmente un cigarrillo. Los dos jóvenes aprovechaban el paso de las jovencitas para hacerse chistes mutuamente; mientras que ellas pasaban y sonreían coquetamente el uno le indicaba al otro cuales de aquellas muchachas habían pasado por su vida, una turbulenta y fogosa vida a sus escasos 14 o 15 años según calculo, no obstante, esto no me llamo la atención tanto como el atuendo y la reflexión que hacía el más bajo, quien portaba pantalones holgados, una playera con un garabato incomprensible, y una gorra de béisbol hacia atrás, quien mientras acariciaba el borde de su gorra decía que le gustaría ser uno de esos gángster latinos que salen en las películas.

¿Un gángster? pensaba para mis adentros, me pregunté ¿qué pasó con el ideal heroico que habita en los cuentos infantiles que todas las madres en algún momento leyeron a los jóvenes de mi generación? ¿En dónde quedó el modelo de formación integral de las escuelas, donde la razón, el deporte y la ética eran cimientos de la buena formación? ¿Cómo podía ser un proyecto de vida imitar a un criminal? ¿Qué está pasando con la educación en los hogares y colegios?

Cavilando en las excentricidades de los dos adolescentes, me pareció imperativo hacer un análisis de la formación, y la instrucción en el desarrollo de los tiempos. La educación de los antiguos griegos estaba constituida por dos aspectos: el desarrollo de la razón. y la búsqueda de la belleza exterior, cultivando con ellos el valor, la fraternidad y la resistencia a través del ejercicio físico; dos complementos orientados a cultivar la moderación, la virtud ética y la heroicidad, basta recordar La Ilíada homérica donde en el paralelo Aquiles / Héctor se retrata la virtud del honor como la gloria, mientras que se califica a los vicios, las pasiones, y el orgullo como terribles falencias.

De igual forma, si observamos las educación del joven romano en la ley; la del joven Japonés en el Bushido, o la del español del siglo XVI en la cátedra cristiana entre otros, podemos ver retratados en su idiosincrasia, los principios y valores orientados a constituir héroes en cada hombre, ¿quién no recuerda al Hidalgo Don quijote, ejemplo de caballerosidad, desprendimiento, nobleza y piedad?

Lastimosamente, con el paso de los años y la inversión de valores propia del relativismo que el hombre moderno llama progreso, evolución social, y que se eleva como el paradigma axiológico de la civilización occidental, eclipsando los valores con los que generaciones de pensadores, héroes y heroínas forjaron una escala de valores que perduró centurias y que fue quedando atrás convirtiendo en vergüenza las virtudes del respeto, la lealtad, el honor, y la abnegación. Al virtuoso hoy se lo califica de sumiso, alienado e infinidad de términos peyorativos, mientras que al cretino se lo exalta de “vivo”.

Es paradójico pensar que aquella cultural del "vivo" es con la que se forman no sólo los jóvenes sin oportunidades, sino también los oficinistas, los conductores, los maestros y en general toda una sociedad, hasta llegar finalmente a los mismos padrastros de la patria, que pasaron del individualismo con fin ético de introspección orientado al servicio de la sociedad, al egoísmo, el oportunismo y la envidia materialista.

Permitimos que los medios nos ganaran la carrera hoy en día: Hollywood, Mtv, y la Internet dictan los estereotipos de vida, las películas retratan los antivalores como virtudes superficiales de reconocimiento, la historia, la literatura y la iglesia se convirtieron en castigos y los héroes del pasado en reliquias de una generación perdida y sometida.

Es preocupante pensar que los jóvenes quieren ser gángster pero más preocupante es pensar como una generación heredera de los ejemplos del pasado permita e incentive la formación de modas vulgares en lugar de proteger su cultura y enseñar a los jóvenes a amar la virtud, el valor y el honor como meta personal de éxito.

No obstante, y a pesar de la construcción axiológica contemporánea, las virtudes son y seguirán siendo lo que son, su fin es mantener la cordialidad entre las relaciones humanas, y obedecen a la razón de la naturaleza del espíritu humano, y todo intento artificial de modificar o falsear su esencia fracasará por que sin ellos sólo somos depredadores aprovechando las debilidades del otro. Así que por mas evolución moral y por mas permisividad que se cultive, creyendo que eso es progreso, un gángster seguirá siendo un criminal, un vicioso, y una persona denigrante, dentro de sí misma si los hipócritas de turno lo alaban, y su fin seguirá siendo el mismo, la vergüenza, la desdicha y la muerte.





QUEDA TAMBIÉN EL PUNTO DEL HONOR DEL DEBER CUMPLIDO



Queda también el punto del honor del deber cumplido. Y no hablo a vuestras mercedes del deber del soldado para con DIOS o con el rey, ni del esguízaro con pundonor que cobra su paga; ni siquiera de la obligación para con los amigos y camaradas. Me refiero a una cosa que aprendí al lado del Capitán Alatriste: el deber de pelear cuando hay que hacerlo, al margen de la nación y la bandera; que, al cabo, que en cualquier nacido no suelen ser una y otra sino puro azar. Hablo de empuñar el acero, afirmar los pies y ajustar el precio de la propia piel a cuchilladas en vez de entregarla como oveja al matadero. Hablo de conocer y aprovechar, que raras veces la vida ofrece ocasión de perderla con dignidad y con honra. SOL DE BREDA Pág. 143