Por. Edouardo Romano
Le escribo no con malestar personal ni
rencor político, le escribo con
la lastima con la que un corazón honrado habla de un hombre que se esconde
detrás de la impunidad de un teclado para pisotear a las personas por interés personal, partidista o monetario.
Que triste y sombrío futuro le espera a un país donde
aquellos que se abanderan como defensores utilizan como herramienta el
secretismo, la mentira o la traición disfrazando de verdad y honradez su miseria.
Que le espera a hombres como Álvaro Uribe al rodearse de
hombrecillos dispuestos a corromper su alma y torcer el camino al menor viento
que zarandee su navío de influencia y prestigio dentro de un partido.
Es estos días donde la hipocresía cultural abunda y hasta los
que nunca leyeron a García Márquez se indignan ante las declaraciones que
cuestionan sus ideas y proceder, es de
total importancia reflexionar alrededor de los principios que estamos
inculcando en la generación de adolescentes que siguen nuestros pasos y se
alimentan diariamente con ejemplos de
traición, mentira y deshonor.
Que podemos esperar a futuro, si la cosecha es producto de la
siembra y el fruto es el resultado del cuidado de las semillas?
Señor Yamhure, le pregunto: ¿que pueden esperar sus hijos al
ver a su padre escapar ante la responsabilidad y aprovecharse de un cuestionado
asilo para llenar el pecho de un superficial valor para hostigar a las personas
con total impunidad?
¿Como puede mirar a sus hijos a los ojos y justificar la
cobardía de su padre, que lo llevo a esconderse como un niño cuando sus
acciones cobraron fruto y su estado de confort se vio amenazado por el
cumplimiento con la justicia?
Triste panorama se dibuja en nuestro país cuando los trucos
de hombre mediocres abundan en la política y los medios de comunicación se
empeñan en alimentar su prestigio a costa del prestigio de los demás.
En los tiempos antiguos, las afrentas ignominiosas y
embusteras se encaraban y se resolvían con honor, hoy en día los hombres se refugian
en la modernidad, el abuso de las leyes y de la hipocresía humanitaria para
salirse con la suya,
En fin, esta carta no
cambiara el rumbo de toda una generación pero al menos tranquiliza mi
conciencia, me reconforta saber que si no
existieran hombres como usted no habría puntos de comparación para
admirar a Los pocos hombres dispuestos a cumplir con integridad su deber con la
sociedad.
Espero que un día pueda retomar el rumbo de la honra y pueda
lavar su conciencia pues por mas títulos y condecoraciones que obtenga le va a quedar muy difícil cambiar su imagen
de canalla y de cobarde.
"Cuando hace años
murió alguien muy cercano y querido para mí, en el momento de bajarlo a la
tumba alguien, entre sus amigos, comentó: Era un hombre honrado y un
caballero. Y qué quieren que les diga. Me pareció el mejor epitafio que un
hombre puede desear para sí mismo, pero temo que nadie dirá eso en mi funeral.
No porque pueda o no pueda serlo, que ése es asunto mío y no viene al caso;
sino porque dudo que alguien aprecie todavía el valor de esas palabras. Ahora,
honrado es sinónimo de tonto, y en la puerta de los servicios de los bares
llaman señora y caballero a cualquiera." Arturo Pérez Reverte
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