... había en efecto de
morir enfermo y desengañado por el pago recibido a sus trabajos; salario fijo
que nuestra tierra de caínes, madrastra más que madre, siempre bajuna y
miserable, depara a cuantos la aman y bien sirven: el olvido, la ponzoña engendrada
por la envidia, la ingratitud y la deshonra. Y para mayor y particular sarcasmo, había de morirse el
pobre Don Ambrosio Spínola.
Sol de Breda -Arturo
Pérez Reverte
DON ALEJANDRO PEÑA
ESCLUSA
Por Eduardo Romano
Me encontraba leyendo una obra de
mi autor favorito Don Arturo Pérez Reverte, una de esas plumas que recuerdan
que en lo más profundo de esta sociedad
traidora y mentirosa aún quedan tenues luces de honor que permanecen gracias a algunos hombres valientes, no pude pasar por alto un capitulo en el que
se retratan los motines de los soldados Españoles en el territorio flamenco
durante la campaña emprendida por Felipe IV, en este resaltaba el nombre de un
viejo soldado Genovés comandante del Tercio de Cartagena, un hombre valiente,
esforzado y olvidado por un gobierno que después de exigir el más cruento sacrifico
a sus valientes solía olvidarlos a su suerte.
Algunos pensarán que la historia
de este hombre pasa por alto en el tiempo, ya que al igual que Don Juan de
Austria vencedor en Lepanto y Alejandro Farnesio el genio que sitio Amberes,
murió en la miseria, la enfermedad y el olvido, sin embargo, su recuerdo
permanece incólume por el peso de sus grandes actos.
No es raro que los gobiernos
olviden a los hombres ilustres, lo que es realmente extraño en la historia es
que los Señores soldados olviden un buen comandante, pues son las memorias de los humildes hombres
las que inmortalizan los grandes sacrificios del valiente.
Mientras pensaba esto, no pude
evitar sentir una fuerte punzada en el pecho donde habita la honra de los
hombres, pues recordé aquel hombre virtuoso olvidado por quienes le hacían la
rúa cuando visitaba nuestro país, Don Alejandro Peña Esclusa, “un defensor de
los derechos humanos y un adalid internacional de la lucha en contra del
terrorismo”. Un valiente venezolano que
decidió enfrentarse a todo un estado para oponerse a Hugo Chávez Frías quien de
forma canalla no tuvo reparo alguno en sembrar pruebas falsas para
deshacerse de quien en su momento fuera la voz de la resistencia venezolana en
todo hispano América.
Don Alejandro Peña Esclusa |
Recuerdo bien el paso de Don
Alejandro Peña Esclusa por nuestro país, no había reunión social del anticomunismo
de salón a la que no fuera invitado, no había charla formal e informal donde no
se le hicieran homenajes y se le ofrecieran dulces palabras, cuántos libros dedicados con frases de afecto
a colombianos ilustres, quedaron arrumados en las esquinas después de que la
desgracia golpeara el hogar de Don Alejandro, nadie quería ser vinculado a su
nombre, miles de amistades se esfumaron a la par de la admiración que alguna
vez hacia este profesaron.
“Porque mientras Spínola cosechaba victorias para un Rey ingrato como
todos los reyes que en el mundo han sido, otros segaban la hierba bajo sus pies
en la Corte (1)”
Qué gran Hombre Don Alejandro a
quien se le pidió incansablemente que no regresara a Venezuela, pero él como Enrique V en Agincourt solo buscaba un día más para batirse por
aquello que retratara en su libro “Arte Clásico y Buen Gobierno(2)”, una sociedad orientada a la virtud y los
valores de la antigua caballería.
Cuanto debemos aprender de este
hombre, de sus libros, de la historia antigua, la lealtad, aquella virtud ajena
ya al sentir nacional que se ha
convertido en una etiqueta para exigir pero nunca en un ideal para morir, basta
que el cielo se oscurezca y el sol de Breda que no da luz ni calor aparezca
para que amigos y compañeros de lucha sean olvidados negados y señalados.
Dolor deberíamos sentir por
olvidar al valiente e indignación por los que se benefician del sacrificio del
soldado y comercian los ideales por simples puestos burocráticos, fama
ocasional o monedas de Judas Iscariote.
Es hora de retomar la palabra LEALTAD
y honrar su verdadero significado.
Don Alejandro Peña Esclusa,
golpeado por la cárcel, la enfermedad y el olvido, quiero decirle que algunos no olvidamos a
Ambrosio Spínola un soldado de la historia, pero tampoco a usted, porque las
leyendas de honor aun se mantiene en las memorias de los humildes señores
soldados, a quienes la vergüenza les impide olvidar la honra de los valientes.
(1) El sol de Breda, Alfaguara, Madrid, 1998
(2)http://fuerzasolidaria.org/wp-content/uploads/2008/02/ArteClasicoYBuenGobierno.p
No hay comentarios:
Publicar un comentario