miércoles, 21 de mayo de 2014

EL HONOR UNA ESPECIE EN VIA DE EXTINCIÓN


Por Eduardo Romano


“Mi linaje empieza en mí,
Porque son mejores hombres
Los que su linaje hacen,
Que aquellos que los deshacen
Adquiriendo viles nombres.”
Juan de Matos Fragoso


En días anteriores me encontraba esperando a un colega en un cafetín pequeño, ubicado cerca de una escuela pública de la ciudad,  mientras ojeaba un excelente ejemplar de novela histórica del autor  Arturo Pérez Reverte tuve la oportunidad de escuchar una pintoresca conversación entre dos adolescentes mientras compartían fraternalmente un cigarrillo. Los dos jóvenes aprovechaban el paso de las jovencitas para hacerse chistes mutuamente; mientras que ellas pasaban y sonreían coquetamente el uno le indicaba al otro cuales de aquellas muchachas habían pasado por su vida, una turbulenta y fogosa vida a sus escasos 14 o 15 años según calculo, no obstante, esto no me llamo la atención tanto como el atuendo y la reflexión que hacía el más bajo, quien portaba pantalones holgados, una playera con un garabato incomprensible, y una gorra de béisbol hacia atrás, quien mientras acariciaba el borde de su gorra decía que le gustaría ser uno de esos gángster latinos que salen en las películas.

¿Un gángster? pensaba para mis adentros, me pregunté ¿qué pasó con el ideal heroico que habita en los cuentos infantiles que todas las madres en algún momento leyeron a los jóvenes de mi generación? ¿En dónde quedó el modelo de formación integral de las escuelas, donde la razón, el deporte y la ética eran cimientos de la buena formación? ¿Cómo podía ser un proyecto de vida imitar a un criminal? ¿Qué está pasando con la educación en los hogares y colegios?

Cavilando en las excentricidades de los dos adolescentes, me pareció imperativo hacer un análisis de la formación, y la instrucción en el desarrollo de los tiempos. La educación de los antiguos griegos estaba constituida por dos aspectos: el desarrollo de la razón. y la búsqueda de la belleza exterior, cultivando con ellos el valor, la fraternidad y la resistencia a través del ejercicio físico; dos complementos orientados a cultivar la moderación, la virtud ética y la heroicidad, basta recordar La Ilíada homérica donde en el paralelo Aquiles / Héctor se retrata la virtud del honor como la gloria, mientras que se califica a los vicios, las pasiones, y el orgullo como terribles falencias.

De igual forma, si observamos las educación del joven romano en la ley; la del joven Japonés en el Bushido, o la del español del siglo XVI en la cátedra cristiana entre otros, podemos ver retratados en su idiosincrasia, los principios y valores orientados a constituir héroes en cada hombre, ¿quién no recuerda al Hidalgo Don quijote, ejemplo de caballerosidad, desprendimiento, nobleza y piedad?

Lastimosamente, con el paso de los años y la inversión de valores propia del relativismo que el hombre moderno llama progreso, evolución social, y que se eleva como el paradigma axiológico de la civilización occidental, eclipsando los valores con los que generaciones de pensadores, héroes y heroínas forjaron una escala de valores que perduró centurias y que fue quedando atrás convirtiendo en vergüenza las virtudes del respeto, la lealtad, el honor, y la abnegación. Al virtuoso hoy se lo califica de sumiso, alienado e infinidad de términos peyorativos, mientras que al cretino se lo exalta de “vivo”.

Es paradójico pensar que aquella cultural del "vivo" es con la que se forman no sólo los jóvenes sin oportunidades, sino también los oficinistas, los conductores, los maestros y en general toda una sociedad, hasta llegar finalmente a los mismos padrastros de la patria, que pasaron del individualismo con fin ético de introspección orientado al servicio de la sociedad, al egoísmo, el oportunismo y la envidia materialista.

Permitimos que los medios nos ganaran la carrera hoy en día: Hollywood, Mtv, y la Internet dictan los estereotipos de vida, las películas retratan los antivalores como virtudes superficiales de reconocimiento, la historia, la literatura y la iglesia se convirtieron en castigos y los héroes del pasado en reliquias de una generación perdida y sometida.

Es preocupante pensar que los jóvenes quieren ser gángster pero más preocupante es pensar como una generación heredera de los ejemplos del pasado permita e incentive la formación de modas vulgares en lugar de proteger su cultura y enseñar a los jóvenes a amar la virtud, el valor y el honor como meta personal de éxito.

No obstante, y a pesar de la construcción axiológica contemporánea, las virtudes son y seguirán siendo lo que son, su fin es mantener la cordialidad entre las relaciones humanas, y obedecen a la razón de la naturaleza del espíritu humano, y todo intento artificial de modificar o falsear su esencia fracasará por que sin ellos sólo somos depredadores aprovechando las debilidades del otro. Así que por mas evolución moral y por mas permisividad que se cultive, creyendo que eso es progreso, un gángster seguirá siendo un criminal, un vicioso, y una persona denigrante, dentro de sí misma si los hipócritas de turno lo alaban, y su fin seguirá siendo el mismo, la vergüenza, la desdicha y la muerte.





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