Dibujado en una noche fría y sin luna
No fuera casualidad alguna
Que delicado trazo causara tal efecto.
Una voz de ángel seduce los sentidos,
El brillo de sus ojos desnuda mi prudencia;
El orgullo y la rudeza fueron sometidos
Por la delicada fuerza de su esencia
Robase la atención de mis ojos
Calmando las angustias del pensamiento
Endulzando con belleza los enojos
Efímera presencia que la bendición del cielo
Permita a un caballero sentir otra vez su aliento
Pues no existe calor humano que derrita su hielo.
Eduardo Romano.
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